jueves, 29 de noviembre de 2012


PAPA, ¿CUANTO GANAS?

La noche había caído ya. El pequeño hacía grandes esfuerzos por no quedarse dormido. Estaba esperando a su papá y el motivo bien valía la pena.
Los traviesos ojos del niño ya se iban cerrando, cuando, al fin, se abrió la puerta. Como impulsado por un resorte, se incorporó y soltó la pregunta que lo tenía tan inquieto:
- Papá, ¿cuánto tú ganas en el trabajo?
El padre, molesto y cansado, fue tajante en su respuesta:
- Eso, muchacho, ni siquiera tu madre lo sabe. Así que, no me molestes y vete a dormir, que es muy tarde.
- Pero, papá, solo dime cuánto te pagan por una hora de trabajo.
- Y dale con lo mismo. ¿Eso quieres saber?
- Sí, dime solo eso...
- Diez pesos. Eso gano por una hora de trabajo.
- Otra cosa, papá. ¿Me podrías prestar... cinco pesos?
- Caramba, uno no puede llegar a casa y ya están pidiendo plata... Así que para eso querías saber cuánto gano, ¿no?... Vamos, vamos, vete a dormir y no sigas fastidiando...
Sin decir una palabra más, el niño se alejó y se encerró solo, como siempre, en su cuarto.
Había caído la noche.
El padre había meditado lo sucedido y se sentía culpable y, queriendo descargar su conciencia dolida, se asomó al cuarto de su hijo. En voz baja preguntó al pequeño:
- ¿Duermes, hijo?,... Hijo...
- No, papá, dime...
- Aquí tienes el dinero que me pediste...
- ¡Gracias, papi!... ¡Ya completé!
El niño metió su manita debajo de la almohada y sacó otro billete, bien arrugado, de cinco pesos.
-  Ya tengo los diez que te pagan.
-  ¿Cómo dices, muchacho?
- Ahora, papá... ¿me podrías vender una hora de tu tiempo?





No hay comentarios:

Publicar un comentario